








A pesar de haber viajado a Málaga todos los veranos he de reconocer que es una desconocida para mí. No hace mucho tuve la oportunidad de visitar Casares y aunque está muy cerca de Estepona nunca había tenido la ocasión de ir. Su centro neurálgico cuenta con menos de tres mil habitantes y sus casas encaladas se levantan sobre un abrupto paisaje dibujado por las sierras Bermeja y Crestellina, cumpliendo así con todos los estereotipos de los pueblos blancos, no obstante no está clasificado como tal. Entre sus atractivos su ubicación entre dos parajes naturales, uno de ellos el de la sierra de Crestellina, habitado por los amenazados pinsapos, y el otro el del valle del Guadiaro.
Sin embargo, lo que más me atrajo de este pequeño pueblo fue el encanto que me produjo pasear por sus estrechas calles siempre en cuesta donde todavía sus gentes dejan la puerta abierta, las señoras se se sientan a charlar a la fresca y los muros de los edificios, invadidos por una vegetación autóctona que aprovecha cualquier recoveco para asomarse y testigos de múltiples avatares, nos susurran hazañas pasadas haciendo más entretenido el camino.
El ambiente es amigable, agradable y acogedor, rememora un pasado no tan lejano. El tiempo parece haberse quedado paralizado evocando momentos y sensaciones que sólo en pequeños municipios como éste aún se pueden sentir.
No puedo terminar sin mencionar a Blas Infante, hijo predilecto de Casares y padre del himno y bandera de Andalucia, con cuya descripción de Casares me gustaría concluir esta entrada :
Sierra de Ronda. Mi pueblo está allí, en
el extremo levante de una vertiente meridional,
anidado como un aguilucho sobre lo alto de un
avanzado peñón, mirando de frente eternamente
los escarpes de África, sobre el Estrecho,[...]
El paraje que lo circunda es un mundo de rocas partidas
y de gargantas hondas, de aguas ariscas
y de grietas fértiles.
Mi pueblo, por su casco (de este modo lo llaman
sus habitantes), se asienta milenariamente
sobre el nido atalaya de una alta peña de la Serranía
como un aguilucho inmovilizado
a quien el viento sigiloso arranca y esparce el plumaje
mirando de frente con ojos nostálgicos más allá del Arroyo Grande,
que dijo Abuberk, al Estrecho de Tarifa,
las rutas de piedras afiladas como puñales
por las que fueron a la emigración nuestros hermanos,
los desterrados moriscos. [...]
¿Y qué es un pinsapo? Lo puedo buscar en Google, pero prefiero que me lo cuentes tú...
ResponderEliminarBueno pues te lo cuento, aunque te aviso que no soy una experta. Es un tipo de pino o abeto muy típico de la zona del mediterráneo y norte de África que debido a los incendios, principalmente, se podría decir que ha estado en peligro de extinción. Las pinsaperas hoy están en reservas naturales y he leído que forman zonas boscosas muy bonitas, pero si te digo la verdad yo no he prestado tanta atención a este detalle porque todos los pinos me parecen iguales. Un dato que si me llamó la atención es que es una de las especies supervivientes a las últimas glaciaciones y que Pierre Edmond Boissier (un botánico suizo) en 'Voyage botanique dans le Midi de l´Espagne' ya escribió sobre ellos en 1938, así que imagino que a él si le llamaron la atención.
ResponderEliminarExisten rutas para recorrer estos bosque así que si te anímas ya sabes :)